Imagen: Crédito NASA/JPL
Una persistente característica de la atmósfera del Planeta Júpiter, es
el torbellino suficientemente grande de un tamaño que podría tragarse la
Tierra; el cual fue apodado como el gran punto rojo (parte superior derecha, arriba de
la imagen), que obtiene un poco de color del mismo nombre de los
compuestos de azufre que se generan cuando los rayos cósmicos y la luz
ultravioleta borrosa de una sustancia común en el planeta de nubes , sugiere una
investigación reciente. Ese compuesto ha sido poco estudiado es el hidrosulfuro de amonio (NH4 SH),
el cual tiene un típico color claro,
incoloro y sólido, que son las condiciones que prevalecen en la alta atmósfera
de Júpiter y que de una u otra forma sería el núcleo de los granos de hielo de
una capa helada de otras partículas.
Nuevas pruebas de laboratorio muestran que cuando NH4 SH es
bombardeado con rayos cósmicos de alta energía, los protones acelerados a unos
14.000 kilómetros por segundo, se descomponen en varias variedades de metralla
química, incluyendo iones con carga negativa de S3 y S6. La
irradiación de luz UV, probablemente, genera los mismos productos de
degradación que los investigadores sugieren. Un análisis detallado de la
sustancia lab-zapping revela que la mezcla absorbe fuertemente las longitudes
de onda de la luz en el azul, violeta y
ultravioleta cercano (300 a 500
nanómetros), dejando proporciones relativamente altas de longitudes de onda
desde el centro y el extremo rojo del espectro visible en la luz que se
refleja. Los investigadores informan en línea y aparecerá el mes de junio de 2016, en Ícarus .
Debido
a que el espectro de absorción medido en el laboratorio no coincide exactamente
con la observada por el telescopio espacial Hubble y otros instrumentos, las
características de absorción de la luz de los otros componentes atmosféricos,
como el metano, pueden ayudar a contribuir al color que se percibe de la Gran
Mancha Roja. Las futuras pruebas también incluyen otros gases jovianos
comunes, que pueden ayudar a recrear una
mejor distribución de las longitudes de onda que los astrónomos en realidad
observan, dicen los investigadores.
La investigación se encuentra en la Revista Science – DOI: 10.1126 / Science.aaf4045
Fuente: Science (Sid Perkings – 25.mar.2016)
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