Sistema solar – Planetas y planetas enanos – crédito imagen: Farry
Millones de microorganismos terrestres pueden estar
repartidos por el Sistema Solar viajando como polizones en las docenas de
sondas espaciales que hemos mandado para explorar el espacio. Ya se sabe que
algunos microbios sobrevivieron más de dos años en las duras condiciones
lunares, ocultos en sonda Surveyor III de la NASA que alunizó en 1967. ¿Encontrará alguno de
estos microorganismos en algún lugar remoto la oportunidad para proliferar? Y
con el paso del tiempo… ¿a qué podrían dar lugar sus descendientes durante un
prolongado proceso evolutivo?
El 20 de abril de 1967 alunizó en
el Mar de las Tormentas de la
Luna, la sonda Surveyor III
de la NASA. Realizó múltiples experimentos en el suelo lunar, excavó un agujero y tomó más de
6.000 fotografías de su superficie. Terminado el trabajo quedó abandonada – en
principio para siempre - en la desolada vastedad lunar.
Pero el 14 de Noviembre de 1969
el Apolo XII despegó del Centro Espacial
Kennedy. Pese a hacer frente a una serie de dificultades imprevistas el Apolo
XII consiguió alunizar con éxito en el Mar de las Tormentas el 19 de Noviembre,
muy cerca de donde se encontraba abandonada la sonda Surveyor III.
Entre otras misiones, Pete Conrad
y Alan Bean (respectivamente el tercer y el cuarto ser humano en pisar la Luna), se dirigieron hasta la
abandonada Surveyor III, desmontaron varias de sus piezas y, debidamente
embaladas en condiciones de absoluta esterilidad, las trajeron de vuelta a la Tierra.
El programa Apolo tomó
muchas precauciones con la esterilidad (incluyendo la cuarentena de los
astronautas al volver a la
Tierra), pues había preocupación por no traer a la Tierra algún hipotético
microorganismo Lunar (aunque se sabía que la probabilidad de que hubiese vida
en la Luna era extremadamente
remota).
De vuelta a la Tierra, el estudio de las piezas recuperadas de la Surveyor III reveló
un hecho sorprendente: Tras haber pasado mas de dos años y medio en las
condiciones tan extremas de la
Luna (sin agua, sin nutrientes, sin atmósfera, bajo a una
radiación intensísima, a temperaturas extremas) sobre ellas había una multitud
de microbios vivos en perfectas condiciones.
No eran microbios lunares: se
trataba, en concreto, del Streptococcus
mitis, un microbio vulgar, bastante común en la Tierra, que esta en la boca
de muchas personas.
El Streptococcus mitis es una especie mesófila alfa hemolítica de
Streptococcus que habita en la boca humana; es un coco Gram positivo, Anaerobio
facultativo y Catalasa negativa; puede provocar endocarditis. Estos Streptococcus,
habían viajado como polizones en la Surveyor III y resistido durante años las
condiciones mas extremas que puedan imaginarse. Tras sus obligadas vacaciones
durante dos años y medio fueron devueltos sanos y salvos por el Apolo XII a su
hábitat natural: la Tierra. Indudablemente, muchos de sus
congéneres todavía siguen en la
Luna (la mayor parte de la Surveyor III todavía
permanece allí). Nadie sabe cuanto mas pueden resistir, pero podrían ser muchos
miles de años, esperando una nueva oportunidad para proliferar en buenas
circunstancias.
Ahora bien, si estos microorganismos fueron
capaces de sobrevivir en la Luna…
¿cuántos millones de ellos estarán repartidos por el Sistema Solar viajando
como polizones en las docenas de sondas espaciales que los seres humanos han
enviado al espacio para explorar el universo?.
Algunas de las sondas espaciales
enviadas a explorar los confines de nuestro sistema solar – Voyager 1 ya en
espacio interestelar - llevan un mensaje de la humanidad, con la esperanza de
contactar con alguna civilización avanzada en un futuro muy lejano. Pero lo que
no hemos tenido en cuenta es que aparte del mensaje se ha enviado una muestra
de la esforzada vida Terrestre, aunque sean los representantes más diminutos, bacterias.
¿Encontrará alguno de estos
microorganismos en un lugar remoto la oportunidad para proliferar? Y con
el paso del tiempo, ¿a qué podrían dar lugar sus descendientes durante un
prolongado proceso evolutivo?
Habría que decir también que “lo
pequeño es resistente” y pensar en ver a los microbios como oportunidades que podría
abrir un interesante camino. El Neolítico empezó domesticando plantas y
animales. Tal vez si domesticamos microbios – con sus infinitas posibilidades –
se estaría abriendo paso a una nueva
era.
El
trabajo investigativo se encuentra en Biotecnología Ambiental, de Eduardo
Costas, Catedrático de Genética en la Facultad de Veterinaria de la Universidad
Complutense de Madrid.
Fuente: Tendencias 21 / Wikipedia
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