domingo, 8 de diciembre de 2019

COP25 - “HEMOS CAÍDO EN EL VERTIGO DEL CO2”

La tragedia de los bienes comunes acecha de nuevo

La última vez que hubo tanto CO2 en la atmósfera la vida estuvo a punto de desaparecer.
Y cada año liberamos más que el anterior.
Somos muy poco conscientes de la extraordinaria gravedad del problema: los peores efectos ya son inevitables y la política sigue implantada en la estética.


 Imagen de marian anbu juwan en Pixabay

Acabamos de superar las 415 partes por millón de CO2 en la atmósfera terrestre, batiendo un récord jamás alcanzado en nuestra historia. Un récord muy peligroso.
 La última vez que ocurrió algo semejante terminó en una descomunal tragedia.
 
Fue al final del Pérmico, hace 251 millones de años. Por aquel entonces, la concentración de CO2 en la atmósfera estaba ligeramente por encima de las 200 ppm, muy parecida a la que había antes de la revolución industrial.
 
Pero una corriente de magma anormalmente caliente dentro del manto de la Tierra subió hasta cerca de la superficie, quemando inmensos depósitos de carbón y de esquistos bituminosos llenos de petróleo en lo que hoy es Siberia.
 
Al igual que está pasando hoy en día, la quema de estos combustibles fósiles liberó enormes cantidades de CO2 a la atmósfera.
Y a finales del Pérmico, la concentración de COen la atmósfera superó las 500 ppm.

Vida en peligro
 
Sus consecuencias fueron terribles: La vida estuvo a punto de desaparecer de nuestro planeta. Más del 96% de las especies que existían en aquel entonces se perdieron para siempre en la más catastrófica extinción masiva que ha existido jamás.
 
Por aquel entonces, en la Tierra proliferaba una extraordinaria diversidad de animales y plantas.

Pero la gran extinción del Pérmico afectó a todo tipo de especies: Desde las que poblaban el océano profundo hasta las que habitaban la alta montaña; desde los más diminutos microbios hasta los mayores animales y plantas.
 
Pongamos un ejemplo: Aparte de una pequeña serie de expertos, hoy en día nadie conoce a los dinocefalios, los gorgonópsidos, los dicinodontos, los pelicosaurios, los cinodontos…
Eran animales espléndidos, que proliferaban abundantemente en aquel tiempo y que tenían una exitosa historia evolutiva de millones de años. Hoy nos resultan totalmente desconocidos porque se extinguieron para siempre.
 
No fue la única vez en que se produjo una extinción catastrófica debido al incremento de COen la atmósfera: Por ejemplo, hace 367 millones de años otra pluma del manto liberó CO2 produciendo la extinción Del Devónico-Carbonífero que terminó con el 85% de las especies que habitaban la Tierra en aquel entonces.
 
Y hace 210 millones de años un nuevo incremento del CO2 en la atmósfera, por la misma causa, terminó con el 76% de las especies en la extinción Triásico-Jurásico…

Vértigo CO2
 
Aunque la historia de la vida sobre la Tierra nos enseña reiteradamente que liberar grandes cantidades de CO2 a la atmósfera resulta fatal, nos empeñamos en no hacer caso: Nunca se había liberado tan rápidamente el CO2 como se hace hoy en día.
De hecho, a día de hoy liberamos CO2 a la atmósfera 10 veces más rápido de lo que se hizo a finales del Pérmico.
Por el contrario, la vida lleva más de dos mil millones de años retirando CO2 de la atmósfera mediante la fotosíntesis. Los ingentes depósitos de carbón y petróleo de la Tierra fueron en su día COatmosférico captado por las plantas, las cianobacterias y las microalgas, que al final acabó enterrado en los sedimentos.
 
Pero nosotros liberamos el CO2 a una velocidad que no para de crecer: Cada año liberamos más que el anterior.
 
Cuando empezó la revolución industrial, en la atmósfera terrestre había menos de 250 partes por millón (ppm) de CO2.
A principios del siglo XX el premio Nobel Svante Arrhenius advirtió que si seguíamos quemando combustibles fósiles tendríamos problemas.
 
A principios de los años 60 del pasado siglo, tras 150 años quemando combustibles fósiles, alcanzamos las 300 ppm de CO2 en la atmósfera.
 
Pero el problema siguió agravándose: Desde que Al Gore empezó a difundir “Una verdad incómoda” (An Inconvenient Truth) en el cine, en libros y en conferencias, liberamos más CO2 que en los anteriores milenios.
Sigue subiendo rápidamente y, apenas estamos intentando hacer algo por evitarlo.

Mucho peor
 
Las cosas están mal. Mucho peor de lo que la mayoría de la gente piensa.
 
El exceso de COtiene muchos efectos adversos. Uno de ellos, muy conocido, es el que más preocupa en la actualidad: Es un gas de efecto invernadero. Absorbe la radiación infra-roja evitando que escape hacia el espacio exterior (muy parecido a lo que hace una lámina de plástico en un invernadero).
 
Es como una gigantesca manta que abriga la Tierra. El incremento de temperatura, aunque sea tan pequeño como un grado centígrado de media, altera considerablemente el clima.
 
No se trata, para nada, de un pequeño calentamiento: Sequías, desertificación, inundaciones catastróficas, huracanes y grandes borrascas, máximos de temperatura catastróficos, heladas descomunales, cambios el patrón de las corrientes marinas.
El clima se vuelve extremo. Ya lo estamos sufriendo.

Este año ha habido más de 20.000.000 de refugiados climáticos, a los que el cambio climático ha hecho abandonar sus hogares. Son ya muchos más que todos los desplazados por las guerras o la violencia.

Otros efectos nocivos
 
Pero el cambio climático no es, ni mucho menos, el único efecto nocivo del incremento del CO2.
 
La elevación del nivel del mar ya ha hecho desaparecer pequeños países insulares en la micronesia, cubiertos por el mar. Y de momento apenas ha subido unos pocos centímetros, parte como consecuencia del hielo que se derrite en los glaciares y parte como resultado de que el agua se dilata al calentarse.
 
Gran parte de países tan poblados como Bangladesh apenas están unos pocos centímetros por encima del nivel del mar. Pasa lo mismo con muchos de los arrozales que mantienen a cientos de millones de personas ¿Podrá nuestro mundo resistir a más de mil millones de refugiados climáticos?
 
Y en este sentido España, es uno de los países más vulnerables a este cambio.
 
Probablemente la acidificación que provoca en el océano el exceso de CO2 sea mucho más grave.
Esta acidificación interfiere con el calcio. Si traspasa cierto nivel, los animales quedarán incapacitados para generar conchas y caparazones.
Y, lo que es peor, la acidificación afecta catastróficamente a microorganismos que controlan ciclos biogeoquímicos esenciales para la vida.


Hecho preocupante

Nuestro grupo de investigación lleva casi 20 años trabajando en como una serie de microorganismos esenciales se adaptan al cambio global. Y encontramos un hecho preocupante: a estos microorganismos les resulta más fácil adaptarse a la contaminación por pesticidas o herbicidas, incluso a la contaminación extrema de minas de uranio, que a la acidificación.
 
El gran astrónomo Carl Sagan decía que si alguna vez una civilización extraterrestre visitase nuestro planeta, lo que más le asombraría serían las más grandes construcciones creadas en la historia de nuestro planeta: Las grandes barreras de coral, que exceden en escala a todo lo construido por el hombre. El calentamiento y la acidificación están acabando con ellas.

Desafortunadamente, somos muy poco conscientes de la extraordinaria gravedad del problema. Preferimos mirar para otro lado y pensar que habrá un cierto incremento de temperatura y tal vez algunas manifestaciones desatadas del clima, pero que al final todo eso tendrá menos consecuencias desagradables en nuestras vidas que el supuesto freno a la economía que acompañaría a la limitación en la quema de los combustibles fósiles.

El problema es que, si mañana mismo dejásemos de liberar CO2, todavía tendremos que enfrentarnos a unas consecuencias muy poco halagüeñas. El cambio es un proceso con mucha inercia.
Va despacio, pero es imparable. Y con el CO2 que ya hay en la atmósfera el clima del planeta cambiará mucho, el nivel del mar subirá, el océano seguirá acidificándose…

Emergencia estética
 
Mientras tanto Europa, tímidamente intenta liderar la lucha contra el cambio climático.
El Parlamento Europeo aprobó hace unos días declarar la “emergencia climática”. Sin duda la declaración de la emergencia climática es un primer paso en el reconocimiento de la gravedad del problema: lo primero ante un problema es reconocer su existencia.
 
Se trata de una declaración ante todo estética. Compromete a poco. Pero ni siquiera en esto se logró la unanimidad: 225 parlamentarios votaron en contra: todos los de VOX, los de la ultraderecha europea y buena parte de los diputados del Partido Popular Europeo.
 
En estos días se está celebrando en Madrid la COP 25, la cumbre del clima. Es la edición número 25. Las 24 anteriores pueden considerarse en gran medida un fracaso.
Incluso quedamos muy lejos de los objetivos de la mítica conferencia de Paris.
 
Esta cumbre del clima tampoco tiene buenas perspectivas: Por supuesto no asiste Trump, quien también acaba de bloquear el Consejo de Ártico al negarse a mencionar el cambio climático.
Tampoco viene Boris Johnson, ni Putin, ni Bolsonaro. Están convencidos de que lo que hay que hacer es maximizar el beneficio personal.
Coincidiendo con ellos, un artista ruso expone un sillón de cristal blindado en cuyo interior hay un millón de dólares en billetes. Su objetivo es que la gente “se siente en él para que sienta el poder del dinero y se inspire para ganarlo”.
 
Es probable que ni Trump, ni Putin, ni Johnson, ni Bolsonaro, tengan la suficiente formación científica como para aprobar un examen elemental de ciencia.

Tragedia de los bienes comunes
 
Y probablemente desconocen que en 1968 el biólogo Garrett Hardin publicó en Science (que junto con Nature es la revista científica más prestigiosa) uno de los artículos científicos más importantes de la historia, Tragedy of the commons (La tragedia de los bienes comunes), que inspiró más de 40.000 estudios posteriores.
 
Hardin demuestra que en una situación en la cual varios individuos actúan independiente motivados solo por el interés de maximizar el beneficio personal, terminan por destruir un recurso compartido común, aunque a ninguno de ellos les convenga destruirlo.
 
La historia nos ilustra con múltiples ejemplos de tragedia de los bienes comunes. A Garrett Hardin le gustaba especialmente el ejemplo de los pastos comunales descrito inicialmente por el matemático William Forster Lloyd en 1833.
 
Podemos hacer una generalización: Sea un pastizal que se colectiviza y puede ser es compartido por varios ganaderos. Al principio cada uno de ellos tiene un pequeño número de animales. Sobra pasto. Cada uno de ellos piensa que su mejor estrategia es aumentar el número de sus cabezas de ganado. Mientras más ganado tenga más beneficio sacará. Consecuentemente, cada ganadero incrementa su ganado. Sin duda es su mejor estrategia individual.
 
Pero en algún momento de ese proceso de explotación del pastizal maximizando el beneficio personal, como la mayoría de los ganaderos han incrementado su ganado, se sobrepasa la capacidad del pasto para suministrar suficiente alimento para los animales. El pastizal colapsa, el suelo se erosiona, el ganado muere y viene la hambruna debida la sobreexplotación del recurso.
 
Hace falta inteligencia para no seguir esa estrategia suicida de maximizar el beneficio individual. La historia está llena casos donde no hubo esa inteligencia. 

Ahora, por primera vez en nuestra historia como especie, tenemos la capacidad de destruir un bien común que nos puede llevar a la extinción.
 
¿Tendremos la inteligencia suficiente para no hacerlo?


Fuente: TENDENCIAS 21 / TENDENCIAS CIENTIFICAS Por Victoria López Rodas y Eduardo Costas (*). 04 de diciembre de 2019






 (*) Eduardo Costas y Victoria López Rodas son Catedráticos de Genética en la Universidad Complutense de Madrid, donde llevan casi 30 años investigando juntos en genética evolutiva y biotecnología. Miembros del Consejo Editorial de Tendencias21, dirigen asimismo el Comité Científico del Club Nuevo Mundo.

COP25 SUPERAR EL FRACASO CLIMÁTICO COLECTIVO


Pequeños pasos ciudadanos marcan tal vez el camino a seguir

La COP25 se desarrolla en medio del fracaso colectivo que ha representado el Acuerdo de París (2015): No ha impedido el recalentamiento global ni la mayor concentración de CO2 en la atmósfera en 3 millones de años.
Pequeños pasos marcan tal vez el camino a seguir.



Del 2 al 13 de diciembre DE 2019, se desarrolla en Madrid la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, también conocida como la 25ª Conferencia de las Partes de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP25).

Esta conferencia es la última antes de la aplicación de los Acuerdos de París, adoptados en diciembre de 2015, en el marco de la COP21: En esa conferencia, 195 países firmaron el primer acuerdo vinculante mundial sobre el clima.

El Acuerdo de París, que entrará en vigor en 2020, estableció un plan de acción mundial que pone el límite del calentamiento global por debajo de 2ºC (en relación con la temperatura media global anterior a la revolución industrial) e incluso acordó limitar ese aumento a 1,5°C, con la finalidad de reducir el impacto del cambio climático.

La COP25 iba a celebrarse en Chile en las mismas fechas, pero debido a la situación de inestabilidad política planteada en el país durante el mes de octubre, la sede se trasladó a Madrid.

Es la primera vez desde que se creó la COP, hace un cuarto de siglo, que una edición de esta conferencia tiene que cambiarse de sede.
En realidad, la COP25 debía haberse celebrado en Brasil, pero el actual presidente Bolsonaro renunció a acoger la conferencia climática y Chile recogió el guante.
Los tropiezos políticos han marcado esta cita con el desafío ambiental.

Importante momento climático

La conferencia coincide en el tiempo, además, con los crecientes movimientos sociales a favor de tomar medidas urgentes para contener el calentamiento global, así como con los reiterados llamamientos de los científicos, el último hace dos semanas, para alertar de los graves peligros que acechan al planeta y a  nuestra especie debido al cambio climático.

Asimismo, coincide con importantes eventos de la agenda climática: la entrada en vigor de los Acuerdos de París, y el 25º aniversarios de la puesta en marcha de la Convención Marco de las Naciones Unidas para el Cambio Climático (CMNUCC)

La CMNUCC fue creada en 1994, después de la cumbre de Rio, con la finalidad de reforzar la conciencia pública, a escala mundial, del cambio climático y sus desafíos.

El año que viene se perfila además como un momento crítico para la reacción ante el calentamiento global, ya que se comprobará si las instituciones políticas responsables de los rumbos de la civilización completan los primeros 100.000 millones de dólares para el Fondo Verde para el clima.

Este fondo fue creado por la CMNUCC como mecanismo para financiar la lucha contra el cambio climático por parte de los países en desarrollo, principalmente mediante el apoyo de los fondos privados de inversión, lo que ha cuestionado la viabilidad de la iniciativa.
La COP25 despejará tal vez esta incógnita.

37 años ya

La COP25 culmina un proceso de diferentes esfuerzos para combatir el calentamiento global, comenzados en 1992 con la cumbre de Río, una de las cumbres de la Tierra organizadas por la ONU, que consagró hace 37 años el criterio del desarrollo sostenible.

A la cumbre de Río siguió en 1995 el Protocolo de Kioto, firmado en 1997, que obligaba a los países desarrollados a cumplir objetivos para la reducción de emisiones de efecto invernadero.

El primer período de compromiso del Protocolo de Kioto comenzó en 2008 y finalizó en 2012. El segundo período de compromiso empezó el 1 de enero de 2013 y terminará en 2020, sin efectos significativos.

El Acuerdo de París, y más tarde la firma, el Día de la Tierra de 2016, de todas sus cláusulas por 175 líderes mundiales en la Sede de las Naciones Unidas en Nueva York, situó los compromisos políticos por el cambio climático en el mayor nivel diplomático jamás alcanzado.

La  COP23  que se celebró hace dos años en, Alemania,  sentó las bases para la aplicación del Acuerdo de París de 2015, pero constató al mismo tiempo las dificultades para su cumplimiento.

Esta sensación se confirmó este año a todos los efectos, tanto por parte de la Organización Meteorológica Mundial, como del Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático (IPCC).

La OMM denunció en septiembre que el calentamiento global se había disparado en todos los frentes, mientras que el IPCC advirtió hace dos semanas que el Acuerdo de París ha sido un fracaso colectivo.
  


Última oportunidad

En este contexto, la COP25 puede resultar decisiva para la corrección del rumbo que nos conduce a la catástrofe climática, pero en cualquier caso sus efectos difícilmente serán suficientes para corregir el calentamiento global.


Será la ocasión de comprobar si, finalmente, la comunidad internacional pasa a la acción y adopta medidas drásticas para reducir las emisiones de efecto invernadero, y presenta planes de acción que puedan desencadenarse a partir de 2020, tal como exige el IPCC.

De todas formas, el hecho de que las concentraciones de CO2 en la atmósfera superen ya los niveles que tuvo nuestro planeta hace tres millones de años, mucho antes de que comenzara la gran aventura humana, a pesar de los Acuerdos de París, no permite albergar muchas esperanzas de una reacción política consecuente con los desafíos climáticos.

Empresas irresponsables

La irresponsabilidad ante el cambio climático no es solo política. The Guardian ha 
revelado que veinte multinacionales, que han estado explotando las reservas mundiales de carbón, petróleo y gas durante décadas, son las responsables de más de una tercera parte de las emisiones de efecto invernadero que han originado la presente crisis climática.

Con un agravante: han seguido contaminando a pesar de ser conscientes del impacto devastador de la industria en el planeta, añade el periódico británico.

Chevron, Exxon, BP y Shell, y compañías estatales como Saudi Aramco y Gazprom figuran entre esa veintena de empresas conocidas.

En España, según el 
Observatorio de la Sostenibilidad, ENDESA es la empresa más contaminante: Expulsa a la atmósfera el 23% de las emisiones industriales y el 9% de las totales.

El informe señala también que las empresas que más han contribuido al calentamiento global en España en 2018, además de ENDESA, han sido REPSOL, Naturgy, EDP, ArcelorMittal, CEPSA, Viesgo, Iberdrola, CEMEX, Lafarge-Holcim y Cementos Portland.
Ninguna de estas empresas está llamada a declarar en la COP25. Y la reciente declaración de emergencia climática por parte del Parlamento Europeo, de poco va a servir si las instituciones políticas no atajan la crisis medioambiental con todos los recursos legales a su disposición.

Ejemplos simbólicos

Lo único que queda por hacer, ante la pasividad política y empresarial, es intensificar las acciones para mitigar los efectos del cambio climático. Además de las movilizaciones sociales y científicas, hay episodios elocuentes a imitar.

La Universidad de Ginebra, por ejemplo, ha 
decidido reducir a la mitad, antes de 2030, las emisiones de CO2 derivadas de los desplazamientos en avión de sus investigadores y profesores.

Otro ejemplo a imitar: los científicos de la Universidad de Manchester están 
creando un plan para ayudar a los grupos musicales y estrellas del pop a tocar en directo y recorrer el mundo sin contribuir al cambio climático.

El Club Nuevo Mundo, creado por Tendencias21, ha elaborado también un informe que recoge 
34 medidas prácticas que se pueden aplicar en municipios y comarcas de España y el mundo para reducir la huella ecológica y sensibilizar a la sociedad del calentamiento global.

Pequeños pasos como estos marcan, tal vez, el camino a seguir.

Fuente: TENDENCIAS 21 / TENDENCIAS CIENTIFICAS - Eduardo Martínez de la Fé editor de Tendencias 21 – 02 de diciembre de 2019

SE CONSOLIDA LA POSIBLE QUINTA FUERZA DE LA NATURALEZA


El CERN intensifica la búsqueda de la misteriosa partícula X17

La posible existencia de una quinta fuerza en la naturaleza se consolida, pero todavía se necesitan más investigaciones para confirmarla: El CERN intensifica la búsqueda de la misteriosa partícula X17 para comprobar su existencia


El experimento NA64 en el CERN. Foto: CERN. 

En 2015, un equipo de científicos detectó un fallo inesperado, o "anomalía", en una transición nuclear que podría explicarse por la intervención de una partícula desconocida.

Aproximadamente un año después, los teóricos sugirieron que la nueva partícula podría ser la evidencia de una nueva fuerza fundamental de la naturaleza.

En física de partículas, se denomina fuerza fundamental a cada una de las clases de interacciones
entre las partículas subatómicas: La fuerza nuclear fuerte, la fuerza electromagnética, la fuerza nuclear débil y la fuerza gravitatoria.

La posibilidad de que existiera una quinta fuerza fundamental en la naturaleza provocó, entre otros estudios, una búsqueda directa de la partícula desconocida con la colaboración de NA64 en el seno de  la Organización Europea para la Investigación nuclear, más conocida como CERN.

Segundo indicio

Un nuevo artículo del mismo equipo, dirigido por Atila Krasznahorkay en el instituto Atomki en Hungría, ha descubierto una segunda anomalía, en una transición nuclear similar, que también podría explicarse por la misma partícula hipotética.

La primera anomalía detectada por el equipo de Krasznahorkay se observó en una transición de los núcleos de berilio-8.

Esta transición emite un fotón virtual de alta energía que se transforma en un electrón y su contraparte de antimateria, un positrón.

Al examinar el número de pares de electrones-positrones en diferentes ángulos de separación, los investigadores encontraron un excedente inesperado de pares en un ángulo de separación de aproximadamente 140º.

El problema es que la teoría predice que el número de pares disminuye al aumentar el ángulo de separación, sin exceso en un ángulo particular.

Krasznahorkay y sus colegas razonaron que el exceso podría ser interpretado por la producción de una nueva partícula con una masa de aproximadamente 17 millones de electronvoltios (MeV), la partícula "X17", que se transformaría en un par electrón-positrón.

Nueva anomalía

La última anomalía observada por el equipo de Krasznahorkay, en un artículo que aún no se ha revisado por pares, también tiene la forma de un exceso de pares de electrones-positrones, pero esta vez el exceso es de una transición de núcleos de helio-4.

"En este caso, el exceso se produce en un ángulo de 115º, pero también se puede interpretar mediante la intervención de una partícula con una masa de aproximadamente 17 MeV", explicó Krasznahorkay. "El resultado respalda nuestro resultado anterior y la posible existencia de una nueva partícula elemental", agrega.

Sergei Gninenko, portavoz de la colaboración NA64 en el CERN, que no ha encontrado signos de X17 en su búsqueda directa, precisa: “Las anomalías de Atomki podrían deberse a un efecto experimental, un efecto de física nuclear o algo completamente nuevo, como una nueva partícula. Para probar la hipótesis de que son causados ​​por una nueva partícula, es crucial un análisis teórico detallado de la compatibilidad entre los resultados de berilio-8 y helio-4, así como la confirmación experimental independiente”.

La colaboración NA64 busca X17 disparando un rayo de decenas de miles de millones de electrones desde el acelerador Super Proton Synchrotron hacia un objetivo fijo.

Si existiera X17, las interacciones entre los electrones y los núcleos producirían esta partícula, que luego se transformaría en un par electrón-positrón.

Sin indicios

Hasta ahora, la colaboración no ha encontrado indicios de que tales eventos ocurrieron, pero los datos obtenidos les permitieron excluir parte de los posibles valores para la fuerza de la interacción entre X17 y un electrón.

El equipo ahora está actualizando su detector para la próxima ronda de búsquedas, que se espera que sean más desafiantes, pero al mismo tiempo más emocionantes, dice Gninenko.

Entre otros experimentos que también podrían buscar X17 en búsquedas directas está el experimento LHCb.

Jesse Thaler, físico teórico del Instituto de Tecnología de Massachusetts, dice: “Para 2023, el experimento LHCb debería ser capaz de hacer una medición definitiva para confirmar o refutar la interpretación de las anomalías de Atomki como resultado de una nueva fuerza fundamental. Mientras tanto, los experimentos como NA64 pueden continuar reduciendo los posibles valores de las propiedades hipotéticas de las partículas, y cada nuevo análisis trae consigo la posibilidad (aunque remota) de descubrimiento".

Fuente:TENDENCIAS 21/Tendencias Científicas /
 Cern – T21 - 02.diciembre.2019

Referencia
New evidence supporting the existence of the hypothetic X17 particle. A.J. Krasznahorkay et al. arXiv:1910.10459 [nucl-ex]