La Cumbre del Clima en
París – COP21 – aprobó el 13 de diciembre de 2015 el primer acuerdo
universal de lucha contra el Cambio
Climático, en el cual, países desarrollados
y en vías de desarrollo se han comprometido de manera histórica, a
transitar de manera conjunta hacia una economía baja en carbono.
El acuerdo global alcanzado en la Cumbre del Clima bautizado como el Acuerdo de París, es un paso gigantesco
que se ha dado para frenar las emisiones de gases de efecto invernadero.
La propuesta fue aceptada
por los 196 representantes, presentes en las conversaciones del plenario.
Pero ¿Es un acuerdo
ambicioso o se trata de un solo tratado más? Teresa Ribera, Directora del
Instituto de Desarrollo Sostenible y Relaciones Internacionales (IDDRi) de
París asegura que: “Es una equilibrada
propuesta y lo más ambiciosa que ha sido posible, teniendo en cuenta la
dificultad de satisfacer los puntos polémicos para cada delegación”,
Por supuesto que los
matices se han perdido y los aspectos que le daban robustez al acuerdo, pero en
líneas generales el texto contiene todos los elementos necesarios para abordar
en el futuro, en forma ambiciosa y
revisable, la reducción de las emisiones
de los gases de efecto invernadero.
El texto aprobado supone
moverse dentro de un marco legal y da una clara señal a la comunidad
internacional y a los mercados, sobre lo que le viene al mundo en los próximos
años. Esto activará en forma clara, el proceso de reducción de las emisiones
cuya primera valoración de donde estamos en el año 2019 se efectuará en 2020,
atendiendo en ése momento a la “mejor ciencia disponible” que permita poner en
marcha los instrumentos de financiación necesarios para el “desarrollo
sostenible” del planeta logrando poner el esfuerzo en la “erradicación de la
pobreza”.
Lo concreto es que el texto hace referencia al fondo
climático de cien mil millones de dólares que los países desarrollados
movilizarán desde el año 2020, el cual
deberá ser revisado para un
eventual aumento antes del año 2025.
Pero también contiene
aspectos que hacen que el acuerdo sea más débil de lo que parecía en los
borradores anteriores; por ejemplo, la referencia a las aportaciones
voluntarias de los países emergentes al fondo climático o a la necesidad de alcanzar el pico de
emisiones de cada país ·lo antes posible”. Además, el documento no habla ya
de neutralidad del carbono como en el último borrador y mucho menos de la descarbonización de la economía, una
fuente reivindicativa de los grupos ecologistas y partidos verdes que se han
opuesto frontalmente los países productores de petróleo liderados por Arabia
Saudí.
Para lograr este acuerdo,
que marca el inicio de un nuevo modelo de desarrollo, hicieron falta 21 años de
cumbres del clima y 12 meses de los más intensos esfuerzos diplomáticos que se
hayan hecho en la historia.
Estos puntos, entre otros,
han sido interpretados por científicos y ONGs como un movimiento hacia la
inconsistencia, ya que el texto marca un claro objetivo de retener el aumento
de la temperatura global “bien por
debajo de los 2ºC”, y de realizar esfuerzos globales para tratar de acercar dicho aumento, en lo posible, a 1,5ºC pero
no marca en modo alguno la senda que se necesita para lograrlo. “De cerrarse el acuerdo, el compromiso
sellado en París, supone un punto histórico de inflexión que sienta las bases
del cambio de rumbo hacia las energías cien por ciento limpias que el mundo
quiere y el mundo quiere y el planeta necesita”, asegura Emma Ruby-Sachs
directora ejecutiva en funciones de Avaaz, al conocer el borrador
que finalmente ha sido aprobado.
Para el director de
Greenpeace Internacional Kumi Naidoo, este acuerdo “Pone a la industria de los
combustibles fósiles en el lado negativo de la historia”.
“Cuando
vinimos a París, el objetivo de limitar el aumento de temperatura a 2ºC ni
siquiera estaba en el texto, y hoy, estamos hablando de que cita una voluntad
de trabajar para avanzar hacia un límite de 1,5ºC para el año 2100”, asegura en rueda de prensa celebrada en la cumbre,
la Ministra del Medio Ambiente de España, Isabel García Tejerina.
Para el sector empresarial,
también es un buen acuerdo: “Para las Empresas, el texto es muy positivo
porque da una señal muy clara a la inversión en el largo plazo con un objetivo
muy ambicioso de 2ºC e incluso, bajándolo a 1,5ºC”, aseguran fuentes
del Consejo Mundial de los Negocios para el Desarrollo Sostenible que aúna a más de 150 empresas
multinacionales.
En resumen: Los países se
han comprometido a llevar a cabo todos los esfuerzos necesarios para que no
rebase los 1,5ºC evitando en esta
forma el impacto catastrófico del cambio
climático. Pero en realidad este compromiso de esfuerzo no indica cómo se
enfrentará a la naturaleza, la cual no está sujeta a un calendario que espera logros en
determinados años. La naturaleza actúa en forma exponencial, y a medida
que su velocidad aumente, aún cuando no lo pareciera, frenar su
velocidad no es determinando una fecha para alcanzar eventuales metas que la naturaleza tendría que acater.
Además, los países en desarrollo, tendrán que adquirir nuevas tecnologías para enfrentar este reto, y los que la ofrecerán son los países desarrollado, se vislumbra un buen negocio,
Fuente: El Mundo / El
Tribuno / et al.
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