Imagen de una Araña de Rincón
Recientemente,
en febrero de este año, todo el país se Conmocionó con el fallecimiento de un
niño de un año, tras la mordedura de una araña de rincón. Ciertamente es una
tragedia, que no sabemos si pudo realmente haberse evitado si el niño hubiera
recibido el suero antiloxoscélico.
Esto refleja un problema de salud pública, en el cual la decisión de aplicar o
no un tratamiento de discutible efectividad, debe ser tomada por los médicos
sobre la base de las evidencias que aportan los pacientes, que no siempre
llegan con la araña y, en el caso de llevarla, no siempre presentan un
espécimen que sea fácilmente reconocible por los facultativos, ya sea porque la
araña está tan aplastada que es irreconocible o porque sencillamente el médico
no ha sido instruido para reconocer eficazmente la especie en cuestión.
Las arañas, como grupo, existen desde hace
aproximadamente unos 400 millones de años, y se han mantenido más o
menos parecidas desde esa época. Un éxito, sin duda, debido a sus formidables características,
como es la producción de seda, la presencia de glándulas de veneno y una gran
diversidad de adaptaciones metabólicas.
Se conocen alrededor de 46.000 especies de arañas
identificadas en el mundo, según el catálogo mundial de arañas (http://www.wsc.nmbe.ch/).
En Chile se han identificado alrededor de 55
familias de arañas descritas hasta el año 2005, de un total de 110 descritas a
nivel mundial, entre las cuales está la familia Sicariidae con dos géneros:
Sicarius y Loxosceles, siendo este último al que pertenece nuestra araña del
rincón (Loxosceles laeta).
Hay evidencia de la presencia de esta familia desde
hace por lo menos 100 millones de años y con una distribución que abarca
en este momento prácticamente todos los continentes, excepto la Antártica.
Una característica fácilmente reconocible de la
araña de rincón es su velocidad, pues tiende a desplazarse rápidamente a medida
que explora su ambiente, comportamiento que es más habitual cuando tiene hambre
y no ha comido por mucho tiempo o, en el caso de los machos, cuando buscan
pareja, en la temporada primavera-verano. En general presenta una conducta
tímida con hábitos nocturnos y, al verse sorprendida por la luz del día, se
oculta en ropa, zapatos, camas, muebles, aumentando con esto el riesgo de una
mordedura para los seres humanos.
En observaciones personales de este último tiempo,
en el Laboratorio de Fisiología Sensorial del Centro Interdisciplinario
de Neurociencias de Valparaíso (CINV), se ha registrado que los machos adultos alcanzan un tamaño
de hasta 6 cm considerando las patas, siendo las hembras de cuerpo más robusto
en comparación con los machos y con una extensión de patas algo menor, hasta
los 5 cm. Su coloración es variable, desde negro hasta el marrón, y presenta 6
ojos con una distribución de pares que no se conectan entre sí, formando una U
(dos pares laterales y uno anterior). En el tórax se observa una figura que
recuerda un violín invertido con la base hacia los ojos, razón por lo cual
también recibe el nombre popular de “araña
violinista”.
Las razones por las cuales esta araña se destaca,
se deben principalmente a la alta toxicidad de su veneno necrotóxico, es decir,
un veneno que produce necrosis o muerte de tejidos, a diferencia de la araña
del trigo, que presenta un veneno neurotóxico (que afecta el sistema nervioso).
El veneno de la araña de rincón presenta una gran
cantidad de sustancias que juntas son responsables de los diferentes síntomas
que se observan en el envenenamiento provocado por su mordedura. Entre estas
sustancias se estudia con especial atención la enzima esfingomielinasa D, una
enzima que digiere las membranas de las células, siendo este último
probablemente el componente más relevante y comparativamente de mayor potencia
que el de otras especies del género Loxosceles.
Los síntomas observados tras la mordedura de una de
estas arañas son súper variables, pero casi siempre se observa dolor y por lo
menos un enrojecimiento de la región afectada, a veces con un halo de color
morado alrededor de este enrojecimiento inicial, pudiendo llegar a producir una
ampolla y una necrosis local, lo que se conoce como cuadro cutáneo.
Lo que sigue depende de muchos factores. Las arañas
hembras presentan más toxicidad que los machos y, mientras mayor es la araña,
también lo es su toxicidad. Además, una araña que ha cazado recientemente
tendrá menos veneno almacenado en sus glándulas y, por lo tanto, es más
peligroso encontrarse con una araña que no ha comido en mucho tiempo. El lugar
donde ocurra la mordedura también hace una diferencia en la reacción que tenga
la persona afectada, pues si la zona de la mordedura es más vascularizada, el
veneno puede difundirse con mayor celeridad.
El estado fisiológico y la edad de la persona
también son importantes, pues en los niños, en las personas de edad avanzada y
en las personas con algún tipo de deficiencia inmune, el veneno podría generar
cuadros más graves. Si se reúnen las condiciones, un cuadro cutáneo puede
complicarse, la necrosis hacerse más extensa y el veneno puede afectar otros
órganos (cuadro visceral), causando incluso la ruptura de glóbulos rojos de la
sangre (hemólisis), poniendo de esta forma en riesgo la vida de las personas.
Estas características han posicionado a la araña de
rincón como el animal más peligroso de nuestra fauna a pesar de su tamaño,
siendo considerada por el Centro de Información Toxicológica de la Pontificia Universidad
Católica de Chile (CITUC), en una publicación de 2014,
como el segundo agente de riesgo biológico en trabajadores chilenos (16%), por
debajo de los accidentes provocados por autoinoculación de medicamentos de uso
veterinario (42%).
Otra consideración importante respecto a esta
especie, es que se la puede encontrar comúnmente habitando en la mayoría de los
hogares chilenos, existiendo evidencias de que su distribución en nuestro
territorio se produce entre la Primera y la Décima regiones.
El único depredador potencial conocido para esta
araña es la araña tigre (Scytodes
globula), que habita en los mismos ambientes que la araña de rincón, lo que
genera encuentros habituales entre estas especies que por lo general terminan
en la muerte de una de ellas. Aún se realizan investigaciones para determinar
si efectivamente la araña tigre es capaz de controlar las poblaciones de araña
de rincón, pues existen evidencias de que esta araña no siempre sale viva de
los encuentros con su potencial presa. Por lo tanto, la principal recomendación
que se puede dar para evitar una mordedura por parte de esta araña, es realizar
un aseo profundo de la casa cada cierto tiempo.
Nuestro equipo de trabajo, el Laboratorio de
Fisiología Sensorial del Centro Interdisciplinario de Neurociencia de Valparaíso (CINV), está abordando el estudio de la
araña de rincón desde lo que no se sabe de esta, su comportamiento frente a
estímulos olfatorios, la anatomía de su sistema nervioso y sus órganos
sensoriales. También estudiamos su veneno en la búsqueda de un tratamiento
específico.
Desde
esta perspectiva se establecen cada vez más colaboraciones con otros
laboratorios del CINV, con el fin de encontrar nuevas estrategias que puedan
ayudarnos en el futuro a disminuir los casos de loxoscelismo en Chile y el
mundo.
Fuente;
Jesús Olivares Dubart, investigador
del Laboratorio de Fisiología Sensorial del Centro Interdisciplinario de Neurociencia
de Valparaíso (CINV ) - El Mostrador – 03.agosto.2016
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