Afecta a una minoría que no puede desarrollar habilidades sociales
Las personas que tienen un comportamiento antisocial, como el robo, la agresión, la violencia, el acoso escolar, la mentira o la irresponsabilidad laboral o escolar, tienen un cerebro más pequeño y delgado que les impide desarrollar habilidades sociales.
Imagen de Wokandapix en Pixabay
Las personas que a lo largo de la vida tienen un
comportamiento antisocial tienen un cerebro diferente al de las personas
integradas socialmente, ha descubierto una investigación desarrollada en el
University College de Londres (UCL) y publicada en la revista The Lancet
Psychiatry.
La diferencia se refiere por un lado a la extensión
del cerebro, que es menor en estas personas: Tienen 78 regiones cerebrales
menos que las personas socialmente integradas.
Su corteza cerebral, que es la región en la que se
procesa la percepción, la imaginación, el pensamiento, el juicio y la decisión,
es también más delgada que la de las personas socialmente integradas.
Es decir, las personas que tienen un comportamiento
antisocial, como el robo, la agresión, la violencia, el acoso escolar, la
mentira o el incumplimiento reiterado de las responsabilidades laborales o
escolares, tienen un cerebro más pequeño y delgado que las demás personas.
Esta investigación proporciona la primera evidencia sólida de que el comportamiento antisocial prolongado está relacionado con diferencias neuropsicológicas subyacentes.
Esta investigación proporciona la primera evidencia sólida de que el comportamiento antisocial prolongado está relacionado con diferencias neuropsicológicas subyacentes.
El matiz es importante porque el estudio ha podido
establecer que esta diferencia cerebral solo afecta a las personas que
manifiestan un comportamiento antisocial a lo largo de su vida.
Sus conclusiones excluyen expresamente a los
adolescentes, ya que en esta etapa de la vida es corriente que se produzcan
comportamientos antisociales que no tienen relación alguna con la arquitectura
cerebral, sino con el proceso de maduración psicológica.
Metodología
Para llegar a estas conclusiones, los investigadores utilizaron escáneres cerebrales obtenidos por resonancia magnética de 672 participantes, de 45 años de edad, involucrados el Estudio Dunedin en Nueva Zelanda, que han estado participando en la investigación desde su nacimiento.
Para llegar a estas conclusiones, los investigadores utilizaron escáneres cerebrales obtenidos por resonancia magnética de 672 participantes, de 45 años de edad, involucrados el Estudio Dunedin en Nueva Zelanda, que han estado participando en la investigación desde su nacimiento.
El
Estudio Dunedin empezó entre los años 1972 y 1973 en el hospital Queen Mary de
la ciudad neozelandesa de Dunedin para investigar la salud humana, el
desarrollo y comportamiento a lo largo de la vida de una persona.
Ha
hecho un seguimiento longitudinal
de una cohorte de 1.037 niños, con el objetivo
de analizar si realmente se pueden predecir ciertas características físicas y
psicológicas de un individuo o factores drogodependientes, teniendo en cuenta
la transmisión genética y otros factores.
El
nuevo estudio se centró solo en una parte de esa cohorte de participantes en
función de su edad actual y tuvo en cuenta informes de padres, cuidadores y
maestros, así como relatos de sus protagonistas, sobre problemas de conducta
entre los siete y los 26 años de edad.
En
función la información así obtenida, todos los participantes fueron divididos
en tres grupos diferentes según su comportamiento.
El
primer grupo estaba formado por 80 personas (el 12% del total) que
manifestaban un comportamiento antisocial a lo largo de toda su vida.
El
segundo grupo, integrado de 151 personas (el 23% del total), solo había
manifestado comportamiento antisocial en la adolescencia.
El
tercer grupo y más numeroso, formado por 441 personas (el 66% del total) no
habían manifestado comportamiento social persistente en ningún momento de sus
vidas.
Comparativa cerebral
A continuación, analizaron los escáneres cerebrales de todos
ellos para medir y comparar el grosor medio de la corteza, así como la
dimensión de la superficie cortical (de la materia gris), de los tres grupos
catalogados.
Fue así como descubrieron la diferente arquitectura cerebral
de las personas con comportamiento antisocial, así como que los adolescentes
que tenían estos comportamientos no muestran diferencias significativas
respecto a los antisociales.
El estudio confirma anteriores investigaciones, según las
cuales el comportamiento antisocial es más frecuente en la adolescencia, antes
de que las personas maduren, y confirma que sus cerebros no están diferenciados
en esta etapa de la vida.
Corrobora también que las personas que mantienen un
comportamiento antisocial a lo largo de la vida son una minoría (el 12% de la
población, según este estudio).
La conclusión de los investigadores es que, debido a esta
anatomía cerebral específica, este grupo de población tiene problemas para
desarrollar las habilidades sociales que les permitirían integrarse y evitar
comportamientos antisociales.
Nueva mirada sobre la delincuencia juvenil
Los investigadores consideran que sus hallazgos pueden tener
implicaciones en la forma en que tratamos a los delincuentes juveniles.
Frecuentemente, el comportamiento antisocial en la
adolescencia se diagnostica como trastorno de conducta y añade mayor riesgo de
marginación social en las décadas siguientes.
La nueva investigación añade un nuevo elemento a tener en
cuenta a la hora de valorar los comportamientos antisociales en la
adolescencia: La arquitectura cerebral.
Advierte sin embargo que el mero uso de imágenes cerebrales
para determinar el posible origen del comportamiento antisocial en la
adolescencia no puede ser concluyente, ya que las diferencias en la estructura
cerebral no son suficientemente sólidas todavía para aplicarse a nivel
individual.
Diversos estudios
anteriores han establecido
asimismo que existiría un condicionamiento genético que predispone a
desarrollar la agresividad o la tendencia al acoso, entre otras actitudes
antisociales. Un factor a tener en cuenta también a la hora de analizar el
problema.
Fuente: TENDENCIAS 21 / Tendencias Científicas
20.febrero.2020
Referencia: Associations between life-course-persistent antisocial
behaviour and brain structure in a population-representative longitudinal birth
cohort. Christina O Carlisi et al. The Lancet Psychiatry,
February 17, 2020. DOI:https://doi.org/10.1016/S2215-0366(20)30002-X
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