El sobrepeso y la obesidad pueden provocar hipertensión.
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La hipertensión asociada a la obesidad es un grave problema
de salud pública. La hiperactividad del sistema nervioso simpático (SNS),
especialmente en los riñones, es un mecanismo importante que vincula la
obesidad con la hipertensión.
Algunas adipocinas desempeñan papeles importantes en la
elevación de la Presión Arterial (PA). La hiperinsulinemia
causada por la resistencia a la insulina estimula la reabsorción de sodio,
mejora la retención de sodio y aumenta el volumen de plasma circulante. La
hiperinsulinemia también estimula el sistema renina-angiotensina-aldosterona
(RAAS) y el SNS, lo que resulta en la aceleración de la aterosclerosis a través
de la hipertrofia de las células del músculo liso vascular, lo que contribuye a
una mayor resistencia vascular periférica.
La obesidad se asocia con una mayor actividad de RAAS a pesar
de la sobrecarga de volumen, ya que los RAAS de los tejidos se estimulan en
individuos hipertensos obesos. La hipertensión asociada al receptor de
mineralocorticoides también debe considerarse en pacientes obesos con
hipertensión resistente.
El síndrome de apnea obstructiva del sueño (SAOS) es
la causa más común de hipertensión secundaria.
Algunos componentes de la microbiota intestinal contribuyen
al control de la PA; por lo tanto, la disbiosis intestinal causada por la
obesidad puede conducir a un aumento de la PA.
La proporción de grasa visceral a grasa subcutánea es mayor
en pacientes japoneses que en pacientes caucásicos, lo que puede explicar por
qué los pacientes japoneses son más susceptibles a los trastornos metabólicos a
pesar de que son menos obesos que los individuos caucásicos.
La disfunción renal asociada a la obesidad aumenta
directamente la PA, lo que lleva a un mayor deterioro de la función renal. Una
reducción del peso corporal de más del 3% o 5 kg reduce significativamente la
presión arterial.
La cirugía de derivación gastrointestinal es un tratamiento
efectivo para la obesidad mórbida y sus trastornos metabólicos relacionados,
incluida la hipertensión. Debido a que tanto la obesidad como la
hipertensión son trastornos representativos relacionados con el estilo de vida,
la modificación del estilo de vida, especialmente para mejorar la obesidad,
debe realizarse primero como tratamiento para la hipertensión.
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