El
hambre deja una huella genética en el feto que perdura al menos 70 años después
de nacer, provocando alteraciones en el índice de la masa corporal, niveles de
grasa y azúcar en la sangre, así como obesidad.
Lo
ha comprobado un estudio que analizó el hambre vivida durante la segunda Guerra Mundial en Holanda entre septiembre de 1944 y mayo de 1945, así como las
secuelas de esta penuria materna sobre los nonatos en esa época, según informa
la Universidad de Columbia en un comunicado.
Este
estudio comprobó que la metilación del ADN, conocida por permitir la actividad
de los genes y participar en el desarrollo y metabolismo, juega un papel clave
en la relación entre la exposición al
hambre prenatal y el índice de masa
corporal y la salud metabólica en la edad adulta del entonces feto; según investigadores holandeses y
norteamericanos que publican sus resultados en la revista Science
Advances.
Mientras
que estudios anteriores, que usaron modelos animales, han ilustrado el potencial de
la epigenética para influir en la salud en el corto plazo, este estudio en seres humanos
demuestra que el impacto de un shock nutricional, como el hambre, en los
marcadores epigenéticos durante la vida temprana, puede afectar a la salud de los adultos seis décadas
después.
Los
investigadores examinaron este posible impacto epigenéticos en la hambruna
holandesa de 1944, en la que murieron más de 20.000 personas y miles más
indirectamente por la escasez de alimentos.
Durante cinco meses y medio, las
raciones de alimentos cayeron a menos de 900 kcal/día, un episodio que afectó
de forma especial a las mujeres embarazadas de la época.
Metilación del ADN
Los
investigadores estudiaron la metilación del ADN en la sangre de 422 individuos que
habían estado expuestos a hambrunas en el útero en aquel invierno, y de otros
463 hermanos de los anteriores, que no habían sufrido durante el embarazo los
efectos del hambre de la madre, y que sirvieron de grupo de control.
Los
investigadores descubrieron que la metilación del ADN de un gen que regula el
crecimiento y la producción de energía en las células estaba relacionada, tanto
con el hambre prenatal como con el índice de masa corporal.
Explica además, el 13 % de la asociación entre el hambre prenatal y el índice de masa
corporal ( MC).
Asimismo,
el estudio identificó cambios en la metilación del ADN en seis genes
adicionales que controlan el metabolismo y la diferenciación celular durante el
desarrollo. Estos cambios explicaron hasta el 80 por ciento de la asociación
entre el hambre y los triglicéridos, que sirven al organismo para almacenar energía.
Asimismo, descubrió la exposición a la hambruna durante la gestación se asocia
con un mayor riesgo de obesidad y diabetes tipo 2, y por separado, con cambios
en la metilación del ADN.
Factores epigenéticos
El
estudio comprobó asimismo que las asociaciones entre la exposición a un entorno
adverso durante el desarrollo temprano y los resultados de salud seis décadas
después, pueden estar mediadas por factores epigenéticos. No obstante, los
investigadores advierten que se necesitan todavía más estudios para determinar
el posible impacto de otros factores en la vida temprana que podrían causar daños
a largo plazo a la salud humana por cambios epigenéticos.
Ya
se sabía que un acontecimiento traumático puede dejar huellas profundas, tanto
en nuestros recuerdos como en nuestro cerebro. Sin embargo, que podía haber
otras consecuencias de alcance genético merced a estas experiencias, hasta hora
era sólo una suposición que esta nueva investigación parece confirmar.
Este
estudio ha puesto de manifiesto que algunos adultos muestran, 70 años después
de estar en el útero materno, la huella en sus genes de un episodio traumático
vivido por su madre durante el embarazo. Y también explica por qué una
experiencia vivida por la madre puede afectar a la salud de sus hijos incluso
antes de nacer.
Estos
mismos investigadores habían publicado otro estudio en 2014 señalando que las personas que
habían vivido la hambruna holandesa cuando estaban en el vientre materno,
presentaban en la edad adulta una tasa de mortalidad más alta que otros
miembros de la sociedad.
En el nuevo estudio, basado en la metilación del ADN, han podido comprobar además que las personas que vivieron la hambruna estando en el vientre materno presentan en la edad adulta un sobrepeso que se deriva de un bloqueo de muchos genes implicados en el metabolismo para el control de la glicemia (glucosa en sangre).
En el nuevo estudio, basado en la metilación del ADN, han podido comprobar además que las personas que vivieron la hambruna estando en el vientre materno presentan en la edad adulta un sobrepeso que se deriva de un bloqueo de muchos genes implicados en el metabolismo para el control de la glicemia (glucosa en sangre).
Por
eso estiman que la hambruna padecida durante la gestación modificó la lectura
de ciertos genes para orientarlos hacia una conservación de la energía, una
hipótesis que todavía no se puede dar por contrastada. A partir de esta
hipótesis, será posible comprobar en animales si el ADN puede realmente
recordar una hambruna vivida antes de nacer.
El
trabajo completo se encuentra bajo el título “DNA Methylation as a mediator of the association between prenataladversity and risk factors for metabolic disease im adulthood” en la
Revista Science Advances del 31 de enero de 2018. Vol.4, n°1, eaao4364., DOI
0.1126/sciadv.aao4364
Fuente:
Tendencias de la Salud / Tendencias 21 / 08. febrero.2018
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