Enlace al vídeo "Nova Vulpeculae 1670"
Nuevas observaciones, llevadas a cabo con APEX y otros telescopios, revelan que la estrella que los astrónomos europeos vieron aparecer en el cielo en 1670 no era una nova, sino un tipo de colisión estelar mucho más excepcional y violenta. Fue lo suficientemente espectacular como para verse fácilmente a simple vista durante su primer estallido, pero los rastros que dejó eran tan débiles que ha sido necesario utilizar telescopios submilimétricos para llevar a cabo un meticuloso análisis que, finalmente, pudiera despejar el misterio más de 340 años después. Los resultados aparecen en línea en la revista Nature el 23 de marzo de 2015.
Algunos de los más
grandes astrónomos del siglo XVII, incluyendo a Hevelius — el padre de la cartografía lunar — y
a Cassini, documentaron cuidadosamente, en el
año 1670, la aparición de una nueva estrella en el cielo.
Hevelius la describió
como una nova “sub capite Cygni” (una nueva estrella debajo de la cabeza del
cisne) pero actualmente los astrónomos la conocen por el nombre de Nova Vulpeculae 1670. Este objeto se
encuentra dentro de los límites de la moderna Constelación de Vulpecula (El Zorro), justo al otro lado de la
frontera de Cygnus (El Cisne). A menudo también se denomina Nova Vul 1670 y CK Vulpeculae, su
nombre como estrella variable.
La nova de
1670 documentada por Hevelius
Los relatos históricos
sobre novas son escasos y de gran interés para los astrónomos actuales. Se
afirma que la Nova Vul
1670 es la nova registrada más antigua y más débil recuperada con
posterioridad.
El autor principal de
este Nuevo estudio, Tomasz Kamiński (ESO e Instituto Max Planck de
Radioastronomía, Bonn, Alemania), explica: "Durante muchos años se creyó que
este objeto era una nova, pero cuanto más se ha estudiado menos parecía una
nova ordinaria — o cualquier otro tipo de explosión de una estrella".
Cuando apareció por
primera vez, Nova Vul 1670 era fácilmente visible a simple vista y, durante los
dos años siguientes, fue variando su brillo. Luego desapareció y reapareció dos
veces, antes de desaparecer para siempre. Pese a que está muy bien documentada
para su época, los audaces astrónomos de entonces carecían del equipo necesario
para resolver el enigma sobre el peculiar comportamiento de la presunta nova.
Durante el siglo XX,
los astrónomos llegaron a comprender que la mayoría de las novas podrían explicarse por el
comportamiento de estrellas binarias cercanas entre sí que explotan y “se dan a
la fuga”. Pero Nova Vul 1670 no encajaba en absoluto en este modelo y seguía
siendo un misterio.
Pese a la creciente
capacidad tecnológica de los telescopios, se creyó durante mucho tiempo que
este evento no había dejado ningún rastro, y hubo que esperar hasta la década
de 1980 para que un equipo de astrónomos detectara una débil nebulosa alrededor
de la zona en la que, supuestamente, debían estar los restos de la estrella.
Pero, aunque estas observaciones ofrecieron una tentadora conexión con el
avistamiento de 1670, no lograron arrojar nueva luz sobre la verdadera
naturaleza del evento presenciado en los cielos de Europa hace más de
trescientos años.
Tomasz Kamiński
continúa la historia: "Ahora hemos sondeado la zona en longitudes de onda de
radio y submilimétricas. Hemos encontrado que los alrededores del remanente
están bañados por un gas frío, rico en moléculas, con una composición química
muy inusual".
Además de APEX, el
equipo utilizó el Submillimeter
Array (SMA) y el radio
telescopio Effelsberg para conocer la composición química y
medir las proporciones de diferentes isótopos del gas. Uniendo todos estos datos,
lograron crear un informe muy detallado de la composición de la zona, lo cual
permitió evaluar de dónde podría provenir esta materia.
Lo que el equipo
descubrió que la masa del material frío era demasiado grande para ser el
producto de la explosión de una nova y, además, las proporciones de isótopos
medidas por el equipo alrededor de Nova Vul 1670 eran diferentes a las que se
esperan de una nova. Pero si no fue una nova, entonces ¿qué fue?
La respuesta es una
espectacular colisión entre dos estrellas, más brillante que una nova, pero
menos que una supernova, que produce algo denominado nova
roja luminosa. Son eventos muy excepcionales en los que las
estrellas explotan debido a una fusión con otra estrella, arrojando al espacio
el material que anteriormente contenían en su interior y dejando tan sólo un
débil remanente rodeado de un ambiente fresco, rico en moléculas y polvo. Esta
nueva clasificación de estrellas explosivas, recientemente aceptada, encaja
casi a la perfección en el perfil de Nova Vul 1670.
El coautor de este
trabajo, Karl Menten (del Instituto Max Planck de Radioastronomía, Bonn,
Alemania) concluye: "Los descubrimientos de este tipo son los más divertidos:
¡los que son totalmente inesperados!".
Este trabajo se
presentó en el artículo científico “Nuclear ashes and outflow in the oldest known eruptive star Nova Vul 1670”,
por T. Kamiński et al., que aparece en línea en la revista Nature del 23 de marzo de 2015.
Fuente: ESO
1511es 23 de marzo de 2015
No hay comentarios:
Publicar un comentario